A menudo, me pregunto: ¿cómo vive el hombre que no tiene Fé?, que solo piensa que existe para esta vida. Y en mi imaginación, supongo, vive para el momento, puesto que todo termina el día que muere. Por su gracia, Dios me ha concedido el don de la Fe, no puedo hacerme a la idea, de vivir sin Esperanza, de pensar en el sinsentido del dolor, si no sirviera para nada, hasta de lo efímero de la alegría, si se quedara solo por momentos en la vida. Que yo no olvide Padre, que voy a Jesús, porque Tú me llamaste. Me hiciste Hija, en Tú Hijo amado. Que Ël, se entregó por mï, y quedó en su cuerpo resucitado, bajo la forma del pan, para ser alimento de mi cuerpo, desde ahora a la vida eterna. Alimento, Espíritu y Vida, cada vez, que me acerco a comerte y escucharte. Señor, ¿a quién iré?
Marcela Olivaresha publicado enLa Lectio En Casa:
ResponderEliminarA menudo, me pregunto: ¿cómo vive el hombre que no tiene Fé?, que solo piensa que existe para esta vida. Y en mi imaginación, supongo, vive para el momento, puesto que todo termina el día que muere.
Por su gracia, Dios me ha concedido el don de la Fe, no puedo hacerme a la idea, de vivir sin Esperanza, de pensar en el sinsentido del dolor, si no sirviera para nada, hasta de lo efímero de la alegría, si se quedara solo por momentos en la vida.
Que yo no olvide Padre, que voy a Jesús, porque Tú me llamaste. Me hiciste Hija, en Tú Hijo amado.
Que Ël, se entregó por mï, y quedó en su cuerpo resucitado, bajo la forma del pan, para ser alimento de mi cuerpo, desde ahora a la vida eterna.
Alimento, Espíritu y Vida, cada vez, que me acerco a comerte y escucharte.
Señor, ¿a quién iré?