Antes de que los ojos puedan ver la luz
deben ser incapaces de llorar por los disgustos
de la vida diaria, por los fracasos y sinsabores
de la existencia cotidiana.
Antes de que el oído pueda escuchar la verdad,
debe haber perdido la sensibilidad
por el orgullo herido,
la crítica injusta, y los desagradables incidentes
de la personalidad.
Antes de que la voz pueda hablar
en presencia de los maestros,
debe ser capaz de estar dispuesto a dejarlo todo,
a perderlo todo, a renunciar
a lo conocido y seguro,
afrontando la soledad y el sufrimiento de la vida.
Mata la ambición,
pero trabaja como trabajan los ambiciosos,
por amor a la obra.
Mata el deseo de bienestar,
pero sé feliz como los que viven
para la felicidad material.
Mata el sentimiento de separación,
pues todos somos parte de la Vida una:
pero aprende a permanecer solo,
pues nadie puede vivir tu vida por ti.
Mata la sed de crecimiento
que alimenta tu vanidad y tu orgullo:
Crece como crece la flor,
inconscientemente, sin mortificarse
con esfuerzos penosos, con alegría.
Desea ardientemente el poder,
pero no el poder egoísta
por el que luchan los hombres,
sino el que consiste en conocer tu corazón.
Desea ardientemente la paz,
la que procede de¡ interior,
la que nada puede turbar
aunque te encuentres
en medio de la batalla de la vida,
la que se funda en el silencio y la comprensión.
Busca la senda, mas no por extremados esfuerzos,
sino abriéndote a las inspiraciones de tu corazón,
porque todo lo que deseas
te llegará a su debido tiempo,
cuando estés preparado para recibirlo.
Busca el camino penetrando en tu interior,
retirándote al seno del Silencio, para escuchar
la voz de tu alma.
Busca el camino avanzando
resueltamente por el exterior:
No temáis, nada os dañará:
mirad alrededor, ved lo que pasa en el mundo,
y aprended las lecciones que os ofrece.
(Mabel Collins)
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