jueves, 14 de febrero de 2013
La gracia “cara” de elegir la vida y seguir a Jesús
No es tan obvio que sepamos elegir y menos aún que siempre elijamos entre lo bueno lo mejor. La primera lectura del Deuteronomio es una guía perfecta para caminantes. Todo un mapa de ruta para elegir vivir en la práctica y no en la teoría: cuidando la inclinación de nuestro corazón, los afectos y amores, nuestras “adoraciones” más o menos reconocidas, y sobre todo, a quién y cómo nos “pegamos”. ¡Escucha y pégate a Dios! Así podríamos resumir el secreto de una buena elección. Y por supuesto, mira las consecuencias que no engañan y vienen con la elección misma, como reza el salmo, pues quien confía en el Señor se parece a un árbol que siempre da fruto.
Y si hablamos de Jesús, la invitación es clara y sencilla pero conlleva mucho más.
Quien sigue a Jesús deja de seguir a otros. Quien sigue a Jesús, se niega a sí mismo, carga con su cruz, no ansía ganar el mundo entero a cualquier precio. Seguimos a Alguien que nos invita a escuchar, confiar, pegarnos a Él… sabiendo que conllevará persecución y sufrimiento. La mayoría de quienes reclaman nuestro aplauso, reconocimiento, compañía y adhesión, nos prometen éxito, felicidad, seguridad… Y Jesús negación de uno mismo, padecer, se desechado, cruz… ¡y resucitar al tercer día! ¿Será por eso que nos equivocamos tantas veces al elegir entre la muerte y la vida? ¿Será por eso que ante una elección tan clara elegimos muchas veces lo que no queríamos? ¿Será que nuestro corazón débil no pocas veces prefiere las luces y el ruido del primer momento antes que la claridad lenta y suave que se mantiene? ¿Será que seguimos buscando elegir una vida barata, un seguimiento en rebajas revestido de autenticidad?
“La gracia barata es la gracia sin seguimiento de Cristo, la gracia sin cruz, la gracia sin Jesucristo vivo y encarnado (…) La gracia cara es el tesoro oculto en el campo por el que el hombre vende todo lo que tiene; es la perla preciosa por la que el mercader entrega todos sus bienes; es el reino de Cristo por el que el hombre se arranca el ojo que le escandaliza; es la llamada de Jesucristo que hace que el discípulo abandone sus redes y le siga. La gracia cara es el evangelio que siempre hemos de buscar, son los dones que hemos de pedir, es la puerta a la que se llama.
Es cara porque llama al seguimiento, es gracia porque llama al seguimiento de Jesucristo; es cara porque le cuesta al hombre la vida, es gracia porque le regala la vida; es cara porque condena el pecado, es gracia porque justifica al pecador. Sobre todo, la gracia es cara porque ha costado cara a Dios, porque le ha costado la vida de su Hijo -«habéis sido adquiridos a gran precio»- y porque lo que ha costado caro a Dios no puede resultarnos barato a nosotros.” (D. BONHOEFFER, El precio de la gracia, el seguimiento (Salamanca, Ediciones Sígueme, 2004[6ª]).
Además de estar recién estrenada la Cuaresma, la iglesia nos propone recordar a dos hermanos: el monje Cirilo y el obispo Metodio, copatrones de Europa y apóstoles de los pueblos eslavos. Por otro lado, la tradición recuerda también a San Valentín y más allá de la historia o leyenda que conocemos de él, no deja de ser curioso que haya dado lugar a un día dedicado al amor y a la amistad en diversos lugares del mundo. Olvidemos al mundo comercial que hace negocio de casi todo y aprovechemos para hacer de este jueves después de ceniza un día misionero junto a Cirilo y Metodio y un día para agradecer todo el amor que recibimos de Dios y de los demás, y que tanto necesitamos todos. Pero amor del bueno, del caro… del gratuito. El de verdad.
Por Rosa Ruiz, Misionera Claretiana
Jueves después de Ceniza. 14 de Febrero de 2012
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 22-25
Jesús dijo a sus discípulos:
«El Hijo del hombre debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día».
Después dijo a todos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si se pierde o se arruina a sí mismo?»
Palabra del Señor.
Fuente| Hernán Gerez Prado
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