Hoy nuestro corazón está de duelo. Acompañamos a nuestros hermanos de Brasil en este momento tan difícil. Elevamos nuestras oraciones por tantos jóvenes que perdieron la vida y por sus padres, cuyo dolor sin medida no es imposible imaginar .
Este es uno de esos momentos en los que nos embarga la sensación inquietante de lo inexplicable y de lo absurdo, de la pequeñez de nuestra condición humana.
¿Cómo podemos comprender que tantas jóvenes vidas terminen de esa manera? ¿Qué estamos ofreciendo los padres, los adultos a nuestros chicos? ¿Cómo los estamos cuidando? ¿Cómo les estamos enseñando el inconmensurable valor de la VIDA, ese don maravilloso que Dios nos regaló?
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el Fruto de tu vientre: Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén
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