jueves, 30 de mayo de 2013

Jesús es compasión




Es como si fuera atraído de una manera especial, casi magnética, por aquellos que sufren, que están rotos o son rechazados.
Conoce la pobreza y la debilidad humanas, sabe que la separación de la muerte es insoportable.
Alrededor de su corazón, no hay ninguna barrera para proteger su vulnerabilidad.

Su corazón está continuamente abierto y amante, sediento por entrar en un intercambio de amistad, de amor y de confianza y por ser "llenado" por las personas.
Por eso permanece tan vulnerable al rechazo.
Su corazón es un corazón que sufre terriblemente.
Está siempre muy cerca de la angustia y de la agonía, de las lágrimas y del aislamiento.
Jesús conoció el sufrimiento interior más allá de lo que nosotros podemos sufrir o concebir.
Por eso nos comprende tan bien, por eso tiene tan gran compasión, por eso está tan cercano a cada ser humano.
Se reúne con cada uno en su pena, su sufrimiento; sana y da la vida.

No juzga y no condena.
A la mujer descubierta en flagrante delito de adulterio y falta que merecía la lapidación—,
El le dice sencillamente: "Yo no te condeno, ve y no peques más".
Quiere que cada persona sea liberada del miedo y crezca en el amor, para ser uno con el Padre, fuente de toda luz y de todo amor.
Cuenta la historia del padre del hijo pródigo, un padre que no condena a su hijo, sino que lo toma entre sus brazos y lo abraza largamente.
Con Marta y María, Jesús llora abiertamente la muerte de
Lázaro.
¡Muestra tan gran sensibilidad, y tan gran amor!
Llora cuando lloramos, sufre cuando sufrimos.
Jesús es conmovido por la compasión, cuando ve personas afectadas por toda clase de dolencias y de enfermedades, acudir a El para ser sanados.
Es embargado hasta las entrañas
(La palabra griega para "compasión" expresa algo muy físico, un trastorno que se siente en las entrañas).
Es como si no pudiera quedarse lejos de ellos, como si no pudiera impedir que el poder de sanación brotara de El.

Jean Vanier (EL CUERPO ROTO)

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