viernes, 8 de febrero de 2013

Todo se resume en CARIDAD


En una sola palabra podemos resumir toda la Sagrada Escritura, la ciencia y la ley de Dios:

”El corazón que esté lleno de caridad, muy amados hermanos míos, comprende sin error, y guarda sin trabajo la doctrina maravillosa de la Santa Escritura, que es en sí misma abundante y llena de misterios. Así lo enseña el glorioso Apóstol San Pablo, diciendo: el cumplimiento de la ley es la caridad: él mismo en otro lugar dice: el fin de la ley es la caridad, y dice otra vez: el fin de todos los mandamientos que Dios manda, es que tengamos caridad con limpio corazón y buena conciencia, y con fe no fingida: y si te parece que no puedes leer todas las Santas Escrituras, ó porque no tienes lugar para ello, ó porque no las entiendes, ten caridad, que en ella hallarás toda la ciencia buena del mundo. Claro es que los mandamientos no nos fueron dados sino para que los guardemos, y en lo mismo se cumple la ley; y así lo mismo quiso decir el Apóstol sagrado, cuando dijo: el cumplimiento de la ley es tener caridad, que cuando dijo, el fin de los mandamientos es la caridad, de tal manera que el hombre en quien vive la caridad, sin duda es templo de Dios. El glorioso S. Juan lo confirma, diciendo: Dios es caridad: escribiendo esto los Santos Apóstoles nos encomiendan mucho la excelencia de la caridad, y no podían ellos sacar de su boca otra cosa sino lo que á la mesa de su soberano Maestro habían comido; y el Señor dándoles pasto de Su doctrina verdadera, que es el mismo pan vivo que descendió del cielo, les dijo: yo os doy un nuevo mandamiento, y es que os améis unos á otros.
Y en otro lugar les dice: en esto conocerán los hombres que sois mis Discípulos, si os amáis unos á otros. Sabed, que viniendo el Señor para quitar la corrupción de nuestra carne con el escarnio de su cruz, y para desatar las prisiones antiguas de nuestra muerte con la novedad de su muerte, también con su mandamiento nuevo hizo al hombre nuevo. Era cosa muy antigua y muy usada que el hombre muriese, y porque esto se remediase en el hombre, hizo una cosa nueva y nunca vista, y fue que muriese Dios. Más por cuanto el Hijo de Dios murió en la carne, y no en la Divinidad, remedió con la vida eterna de su Divinidad, que no fuese eterna la muerte de nuestra carne. Así lo declara el glorioso Apóstol, cuando escribiendo á los Romanos, dice: murió por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación, y así como trajo la vida nueva contra la muerte antigua, también contra el pecado viejo nos da mandamiento nuevo. Por tanto, cristiano, si quieres quitar la vida al pecado viejo, toma el mandamiento nuevo, destierra la codicia, y abraza la caridad; porque bien así como la codicia es raíz de todos los males, la caridad es raíz de donde nacen todos los bienes. En la caridad, que es el amor con que amamos á Dios y al prójimo, está encerrada toda la Sagrada Escritura, y todo cuanto Dios nos ha mandado; porque la doctrina y mandamiento de nuestro soberano maestro es: amarás á tu Señor Dios de todo tu corazón y con toda tu alma, y amarás á tu próximo como a ti mismo. Toda la ley y todos los Profetas están pendientes de estos dos mandamientos; si no tienes, pues, lugar para leer toda la Escritura Sagrada, y revolver todos los libros santos, y no puedes entrar en los secretos de las Escrituras, ten caridad, que ahí está todo y así lo sabes todo, y lo has visto y entendido todo, de esto pende todo, y no solo sabrás lo que está escrito, sino que tendrás aun mas de lo que está escrito; porque con la caridad sabrás algo de donde esto pende, lo que no sabes ni lo entenderás aunque veas todas las Escrituras. La caridad se sabe en la Sagrada Escritura, y se posee en las santas obras; por tanto, muy amados hermanos míos, seguid y poseed la caridad, que es una cuerda con que dulce y saludablemente se atan las almas: pensad, que con ella el pobre se halla rico y contento, y sin ella el rico vive triste y descontento. Esta hace que podáis sufrir las adversidades, y os da templanza en las prosperidades: os da fortaleza contra las pasiones por duras que sean, y os da alegría en las buenas obras: os defiende de las tentaciones: os abre los corazones para con los próximos, y hace que viváis alegres con los que os aman, y tengáis paciencia para con los malos.

SAN AGUSTÍN
Obispo de Hipona y Doctor de la Iglesia (354-430)

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