viernes, 12 de octubre de 2012

Evangelio del Domingo 7 de Octubre del 2012


3 comentarios:

  1. y me miras con AMOR, y que díficil, será que me salves, si no termino de comprender, que necesitas que me despoje, de mis propias fuerzas inútiles. Que abra la cabeza, el corazón, la mente, todo lo que soy, y me deje llenar de TU AMOR. Que me permita ser querida a pesar de mi misma. Que cada vez que dude, recuerde que me miras y me ves, Dios bueno. Sentiré tu ansia de salvación sobre mi, y en adoración haré entrega d lo que a Tí, de mi te agrada y de lo que a mi de mi, no me guste. Amén Marcela Olivares

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  2. Por eso me gusta tanto el cardenal Van Thuan, Jesús nos quiere libres para poder seguirlo, sin ataduras. El cardenal dijo cuando lo llevaron preso, si estoy para la obra de Dios mi vida terminó, pero si estoy para Dios mi vida recién comienza. En ese momento comprendí cuál era la libertad a la que se refería este pasaje del evangelio. Ese desprendimiento es el que nos permite amar a la persona de Cristo, que jamás intentó cambiarnos, nos ama tal cual somos, nos quiere felices para poder entregarnos a los demás, sin nada que nos aprisione.
    Señor anhelo esa “LIBERTAD”… Que jamás deje de buscarla.
    Luis Marcelo Rojas

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  3. La vida eterna no es ganarla, realmente tiene que merecérsela. Los mandamientos son difíciles de cumplir. Somos muy débiles y la tentación nos vence. Quisiera, sobre todo poder cumplir un mandamiento que es muy importante para mí: HONRAR AL PADRE Y A LA MADRE.
    Estoy dispuesta a renunciar es a la falta de respeto que algunas veces tengo hacia los adultos, mis irresponsabilidades, y a veces, mi falta de amor al prójimo y mi impaciencia. A las cosas que me aferro son a mis celos por mis hermanas y hermanos, a mi impaciencia, a la necesidad de cosas materiales para ser feliz, aunque sé que no es lo más importante
    Sería posible salvarme si siguiera esforzándome en cambiar las cosas que hago mal, a dar, pensando en el valor de eso que podría hacer felices a los otros como lo hizo conmigo, y a ser feliz para que los otros lo sean. Uno mismo si se puede salvar, dando todo su ser a Dios, y confiando en él. El único que nos va a salvar es Nuestro Padre del Cielo, porque como dice el Evangelio, para Él nada es imposible

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