Hoy no es un día más para los que formamos parte de la familia de la Consolación. Hoy veneramos especialmente a nuestra Madre, nuestra protectora y compañera de cada día. Ella, que nos convocó y nos acogió con maternal ternura, hoy nos reúne para vivir la esperanza, la alegría y el servicio en comunidad. Nuestra familia agradece hoy especialmente a toda la Comunidad de Hermanas que con tanto cariño nos permitieron ser parte de su vida.
Madre de Dios y Madre nuestra
Señora de la Consolación.
Cuida el don maravilloso de nuestras vidas,
bendice nuestras familias y comunidades,
acarícianos en los momentos de tristeza y soledad,
confórtanos en la enfermedad y en el sufrimiento.
con tu dulce mirada sana nuestras heridas.
Ayúdanos a vivir nuestra fe cristiana con alegría,
acrecienta nuestro compromiso misionero
y danos, Madre Santa, el consuelo que acunas entre tus brazos,
Tu Hijo Jesucristo Nuestro Señor.
Amén
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