“Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
por haber escuchado las palabras de mi boca.
En presencia de los ángeles tañeré en tu honor,
me postraré en dirección a tu santo Templo.
Te doy gracias por tu amor y tu verdad,
pues tu promesa supera a tu renombre.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
y fortaleciste mi ánimo.
Te dan gracias, Señor, los reyes de la tierra,
cuando escuchan las palabras de tu boca;
y celebran las acciones del Señor:
¡Qué grande es la gloria del Señor!
El Señor completará lo que hace por mi!
¡Tu amor es eterno, Señor,
no abandones la obra de tus manos!”
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