miércoles, 5 de junio de 2013

Nuestro corazón




Nos has regalado un corazón ancho y fértil, 
Señor de la Vida, 
que apenas conocemos y exploramos. 
Ayúdanos a salir 
de nuestros refugios, 
lo conocido, lo que sabemos, 
adonde estamos seguros… 
para ir al encuentro 
de todo lo que has sembrado para nosotros. 
Cuando nos sorprenda nuestro egoísmo 
y echemos a perder lo mucho recibido 
acompáñanos 
no nos abandones en el dolor y el fracaso. 
Como el agricultor sencillo 
que sabe sembrar de nuevo 
entre las cenizas del campo quemado, 
Dios bueno y fiel, trabaja nuestra tierra 
para que nazcan los retoños 
de nuestras posibilidades nuevas, 
porque, de tu mano, 
siempre hay lugar y tiempo 
para una nueva cosecha 
que de frutos de nosotros 
que aún no conocemos. 
Somos la tierra en tus manos, 
podemos ser tus frutos soñados…

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