«Al hombre de cada siglo le salva un grupo de hombres que se oponen a sus gustos.» Esta frase de Chesterton es una ley histórica que hoy tiene más sentido que nunca. Y que es más difícil, porque nunca fue tan fuerte la corriente que nos empuja a ser como los demás.
Atreverse a ser lo que se es y a creer lo que se cree no por el tonto afán de ser diferentes, sino por fidelidad a nuestra propia alma.
Es asombroso pensar que Dios «fabrica» las almas una a una, dándole a cada cual una personalidad propiamente suya e intransferible.
Napoleón decía que «la independencia es una isla rocosa, sin playas». No es fácil desembarcar en un alma independiente. La personalidad es siempre arisca y un tanto solitaria. Pero un hombre debería atreverse a ser diferente si eso es necesario para seguir siendo fiel a su alma.
Martín Descalzo
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