-En la plaza de una ciudad, un sabio respondía a todas las preguntas que le hicieran sus oyentes. Un cazador curioso que bajaba del monte, quiso ponerlo en aprietos: tomó un pájaro vivo que llevaba y en sus manos, lo escondió en sus espaldas y le preguntó al sabio: ¿Qué tengo en las manos? Y le respondió: Un pájaro. ¿Vivo o muerto? Eso está en tus manos. –Pensaba entre sí el cazador, si me dice que está vivo, lo degüello al instante y si me dice que está muerto, lo echo a volar. –
El sabio dijo al público: como ese pájaro que está en las manos vivo o muerto, según lo quieras, así es la felicidad: está en nuestras manos y aunque pueda depender de circunstancias externas, lo esencial depende de nosotros mismos.
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