miércoles, 6 de marzo de 2013

DISCUSIÓN ENTRE ÁRBOLES




Un eucalipto y un ombú fueron plantados el mismo día, uno muy cerca del otro. Con el paso de las semanas, dos brotes comenzaron a asomarse. El ombú crecía despacio, sin apuro, mientras el eucalipto se extendía hacia el cielo. Su tronco crecía sin cesar, y de él se desprendían ramas por doquier. Mientras tanto, el ombú lo veía alejarse del suelo, cada vez más alto.

Un día, el eucalipto decidió hablarle a su compañero.

–Querido ombú, me extraña que no crezcas como lo hago yo. ¿Tienes miedo a las alturas? ¿No quieres ver el mundo desde lo alto?

–Me encantaría, amigo eucalipto, pero creo que lo importante no es llegar tan arriba, sino mantenerse y ser feliz donde uno está. Le pregunto, ¿sus raíces son suficientemente fuertes?

–Jajaja –rió el gran árbol–. No necesito de mis raíces. Al llegar tan alto, casi tocando el sol, sus rayos me ayudan a alimentarme, y las pocas raíces que tengo toman algunos minerales de la tierra. Yo no necesito raíces fuertes. Además, ¿quién mira las raíces? Todo hombre que pasa por aquí, mira mi magnificencia, mi altura. En usted no encuentra nada atractivo.

–Está muy equivocado. Mis raíces y mi tronco grueso son muy atractivos. Y me ayudan a sostenerme, a mantenerme en pie.

–No necesito nada de eso. Creceré y creceré, hasta verlo a usted tan pequeño como una hormiga –dijo el eucalipto con voz fuerte, ya que cada vez estaba más lejos del pequeño y bajo ombú.

Pasaron varios días, y mientras el ombú fortalecía sus raíces, el eucalipto no dejaba de estirarse. Pero una tarde, el cielo se llenó de nubes negras, espesas nubes que anunciaban una gran tormenta. El aguacero se hizo intenso, pero eso no preocupó a ninguno de los dos árboles. Sin embargo, la lluvia llegó acompañada de fuertes vientos, vientos tan potentes que movían al eucalipto de aquí para allá. Mientras el ombú se mantenía firme en su lugar, el eucalipto comenzó a desprenderse del suelo. Sus delgadas y débiles raíces no le permitieron sostenerse en pie, y cayó. Cayó muy adolorido en el césped. Cuando el temporal se detuvo, el árbol que se había preocupado por crecer muy alto, se dio cuenta que el ombú seguía firme y resistente. Entonces comprendió que es importante crecer, pero también mantenerse firme para poder soportar todos los problemas que pueden llegar. No importa sólo lo que los otros ven, sino también lo que nos da fuerza para mantenernos en pie, como las raíces del árbol.

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