Apréndelo de memoria y vívelo en la vida
* Feliz aquel que ama a Dios y vive con fe, atento a lo que el Señor quiere.
• Quien cree, reza y dedica un tiempo para las celebraciones de la comunidad cristiana.
* Feliz aquel que reconoce a Dios como un Padre cariñoso con sus hijos.
• No hagas de Dios un “negociante”, para tenerlo en cuenta sólo a la hora de pedirle algún favor, a cambio de alguna promesa.
* Feliz aquel que descubrió que el verdadero Dios camina con el pueblo y quiere su liberación.
• No digas que Dios quiere la explotación del ser humano, la miseria, la injusticia, que haya ricos y pobres... toda la maldad es causada por el egoísmo de la persona humana.
* Feliz aquel que comprende que seguir a Jesús es vivir en comunidad, en unión con el Padre y con los hermanos.
• No se engañe: quien se aparta de la comunidad cristiana, por intereses personales, se aparta de Dios; quien persigue a la comunidad, persigue a Dios.
* Feliz aquel que respeta y trata a todos como iguales, como verdaderos hermanos.
• No es verdadero cristiano quien desprecia al indio, al obrero, al anciano, a la prostituta, al pobre.
* Feliz aquel que confía en sus compañeros: “el mundo será mejor cuando el pobre que sufre, confíe en el que es también pobre como él”.
• No crea en las promesas de los poderosos. No busque la protección de los grandes. No crea en la sociedad que justifica.
* Feliz aquel que piensa que la vida y el buen nombre de los compañeros valen más que todo el oro del mundo.
• No es cristiano quien es vengativo, quien no sabe perdonar, quien calumnia al otro, quien traiciona a los compañeros.
* Feliz aquel que sabe que su dignidad personal es sagrada.
• No venda su conciencia, su libertad, su voto, por dinero, por un puesto o por intereses personales.
* Feliz aquel que entiende que la verdadera religión es amar a Dios como Padre y al prójimo como hermano:
• Trabajando por el Reino de Dios
• estando siempre de parte de los más pobres
• nunca desanimándose, ni en los momentos más difíciles o de persecución.
• luchando por la liberación, a través de las organizaciones populares, de la comunidad cristiana, del sindicato, de la política que favorece al pueblo.
Pedro Casaldáliga
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